Un día más...

Hoy me levanté temprano, 4:30 a.m. Desayuné, tome un baño, me peine, me vestí, algo me puse en la cara, y salí a enfrentar la rutina de los jueves con todo el ánimo posible. Tomé el autobus, me dirígí a mi trabajo, llegué temprano, charlé con una compañera, y preparé todo para iniciar a las 7:30.

Sin embargo, los planes los hacemos nosotros, mas no siempre podemos concretarlos. Así, mis alumnos no pudieron venir hoy conmigo, ya que tenían la actividad de los huevitos de Pascua. Qué rico!

A veces desearía tanto volver a ser niña! Ahorita están viendo un video, mientras sus maestras ocultan mágicamente los huevecillos por todos los lugares imaginables, a lo largo y ancho del patio de kinder, esperando que un montón de piecitos presurosos se dispongan a buscarlos, y muchas caritas se iluminen al saborearlos y disfrutar de cada engullida. Es una experiencia maravillosa.

A veces dejamos pasar el tiempo demasiado a prisa, y no notamos los pequeños detalles de la vida...

Por eso repito, como lo he dicho muchas veces, hay que vivir cada segundo como el último. La vida es un banco que deposita en nuestra cuenta 86400 segundo diariamente. Al final del día, la cuenta queda en cero nuevamente, y de nosotros depende invertir de la mejor manera esos segundos, y capitalizarlos, para al final del día no llorar con las manos vacías, sino gozar con las utilidades obtenidas de nuestra inversión.