porqué no?
Hoy estaba sentada en la sala de mi casa leyendo El Zahir, libro de Coelho que me regaló mi mejor amiga ayer, pero de pronto la rutina cambió.
Mi casa está hasta el final de una calle sin salida, por lo que es muy silencioso el ambiente. Los vecinos ya no tienen hijos muy pequeños, por lo que si bien ocasionalmente los adolescentes organizan partidillos de fut al frente, ya el sonido de los niños en los alrededores de mi casa es algo casi olvidado. Al lado hay unos potreros, y a eso de las cuatro de la tarde -hora en que me encontraba en mis menesteres- los pajaros del patio empiezan a cantar, dirigidos por el jilguero que rasga el sonido de la tarde con su espectacularmente nostálgico canto.
Sin embargo, como que habían visitas en una de las casas, porque empezó un bullicio estrepitoso de voces infantiles, hablando, como típicos chamaquillos, a gritos. Se escuchaba como se organizaban en sus juegos, algunos llantos de reclamo, y muchas risas sinceras.
En un primer momento, me ofusqué y pensé que no estaba disfrutando como venía haciéndolo mi lectura, y que tanta algarabía afuera me estaba desviando de lo que hacía. -Salgo a callarlos? Los regaño? que horror!!! mi libro!!!
Pero de pronto, me vi a mi misma como una viejilla amargada, egocéntrica y poco flexible. El libro estaba ahí, en mis manos, para ser degustado ahora, mañana, o en un año. Esos niños, sus juegos, sus risas sinceras, que terminaron por traerme nostalgias del pasado, bellos recuerdos de una infancia dejada atrás... eran por esta tarde un premio a un "adulto" esclavo de la vida y sus angustias.
Así que salí, me senté en el escaño de la cochera, y disfrutando del bello sol de mi tarde de domingo, me dejé llevar por la magia de la infancia.
Ajena, ... pero infancia al fin...